jueves, 19 de marzo de 2015

La Senda. El Bulli de Torrero en Zaragoza

David Baldrich
La Senda es un restaurante pequeño y sencillo, con una decoración sobria, en el que se elabora una cocina de alto nivel, famosa en Zaragoza.

Es conocido como el Bulli de Torrero, un apodo que viene de sus inicios. Se cuenta que el propietario, el cocinero David Baldrich, abrió el restaurante con la idea de hacer una cocina tradicional, con un menú sencillo, adecuado al barrio. El restaurante  no funcionó y se vio en la necesidad de cerrar, pero, desafiando al destino, decidió que el último mes antes del cierre haría la cocina que a él le gustaba y dejaría volar su creatividad culinaria. Durante ese mes cocinó los platos originales y creativos que deseaba y para los que estaba preparado por formación y sensibilidad.



El resultado fue espectacular, se corrió la voz por el barrio, por la ciudad y en poco tiempo todo el mundo conocía el Bulli de Torrero, un lugar de alta cocina, con precios más que razonables.


Caramelo de tartar de atún
Huevo con ceniza de patata y ...
Como si de una leyenda se tratara, esta historia ha corrido por Zaragoza y es motivo de comentarios porque la vida, a veces, es caprichosa y nos lleva por donde ella quiere.

Arroz negro. aire de vainilla...
De aperitivo Margarita de bocado (izda) y  Gyozas de ternera (dcha)
Llevábamos mucho tiempo deseando ir y por fin reservamos  una mesa para seis personas. Aunque nuestra intención inicial era ir el fin de semana, la Senda tiene tanto éxito que nos encontramos con una lista de espera de casi un año, así que decidimos ir un día entre semana apurando la salida del trabajo.

El restaurante no tiene carta, se sirve un menú cerrado que se va cambiando y que consistió en tres aperitivos, cuatro platos y un postre al precio fijo de 30 € y con el que acabas más que satisfecho. Un lujo barato para la calidad de los platos que nos sirvieron (las fotos no hacen honor, la cámara del movil es bastante mala).

Comer allí tiene su ritual, cada plato vino acompañado por las explicaciones de la jefa de sala que con sensibilidad nos fue guiando por los sabores indicándonos la forma más adecuada de degustar y disfrutar la comida.

Un ritmo pausado y agradable para saborear cada plato (unos quince minutos por plato) que pasan volando y en los que cada detalle es importante. Según me cuentan, las flores que adornan los platos vienen del "jardín" que David tiene allí mismo, en la terraza del último piso del restaurante.
A pesar de la decoración minimalista este restaurante tiene un "algo, que no sé" que resulta acogedor, da la impresión de que mantiene la esencia de bar de barrio con un aire de glamour y eso a mí me encanta.
No nos defraudó. Esta claro que La Senda ha quedado incorporado a nuestras joyas culinarias de Zaragoza y nos vamos convencidos de que la espera valió la pena y de que volveremos.

Tarta de queso y más












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