miércoles, 16 de noviembre de 2016

Por los senderos de Bearn: Pau. Francia 1/2

Castillo de Pau
El pasado puente de agosto hicimos una escapada al otro lado de los Pirineos. Llevábamos tiempo sin ir a esta región que tanto nos gusta... Y además no encontramos alojamiento para esos días en el Pirineo de Huesca xD
Salimos el sábado sin prisas, la carretera desde Zaragoza al túnel del Somport se recorre rápido. Los problemas comienzan en el lado francés: estrechamientos, curvas peligrosas... La mayoría de los pueblos ya se rodean por una variante, en cambio atravesar la ciudad de Oloron es una tortura; rotondas y más rotondas que ni siquiera evitan cruzar el centro. Y nada más volver a la parte "rápida" del trayecto nos cae una multa por un ligerísimo exceso de velocidad.

Hotel Continental. Pau
Saludos!
Pau es un ejemplo acabado de ciudad provinciana francesa, cargada de Historia y con problemas para adaptarse a la modernidad. La antigua capital del reino de Navarra nos recibe con obras en su entrada principal que nos obligan a dar un gran rodeo. El pequeño centro histórico es peatonal, por suerte no tardamos en encontrar el parking del hotel. Nos alojamos en el veterano Hotel Continental, ahora gestionado bajo la marca Best Western. Es uno de esos magníficos inmuebles del periodo de entreguerras, que se alzaban como trasatlánticos urbanos en los cruces de los bulevares. Por dentro sigue siendo un poco rancio, los tabiques y suelos parecen de cartón y se escucha todo en todas partes. Con todo nos parece un buen hotel, las habitaciones son amplias y disponen de todo lo necesario, hasta máquina de café.

Pau (Francia)
Pau (Francia)
Hace muchos años, cuando emprendía largos viajes en autostop a través de Europa, con frecuencia mi primera etapa era Pau. Me gustaba la ciudad con sus bonitas plazas y sus parques; muchas veces me sentaba a pasar el tiempo contemplando su famoso Castillo, pero hasta ahora nunca había entrado a visitarlo.
  El Château de Pau es un precioso edificio construido en estilos gótico y renacentista, que vio nacer entre sus muros al rey Enrique IV de Navarra, que se convertiría en rey de Francia tras las guerras de religión que asolaron el país en el siglo XVI. A este rey, tan decidido en la guerra como vividor en tiempo de paz (por algo le apodaban "le Vert Galant") se le ponía como ejemplo de todas las virtudes caballerescas y durante siglos los reyes y nobles franceses lo tomaron por modelo. Seguramente por esta razón el castillo fue salvado del abandono y la ruina en el siglo XIX, cuando el rey Luis Felipe de Orléans se impuso la misión de rehabilitarlo. Su remodelación sería completada por el emperador Napoléon III, quien se alojó en el Château varias veces y  lo dejó en condiciones para más tarde ser convertido en lo que es hoy: uno de los pocos Museos Nacionales de Francia.
Jardines del Castillo de Pau.

Castillo de Pau

A primera hora de la tarde por fin me saco la espina y entramos al Castillo. La entrada para adultos cuesta 7€ y antes de llegar a ventanilla ya registran los bolsos a fondo, hay una cierta psicosis por los últimos atentados. Cada 15 minutos un guía se presenta   en la puerta e introduce al grupo para un recorrido de 1 hora, que comienza por las cocinas y va subiendo hasta las plantas nobles.

Caparazón de tortuga  para el rey 
Aunque no consigo entender todo lo que dice, está claro que el discurso del guía se dirige a las típicas familias francesas, explotando la parte del folklore patrio relacionada con la Historia; hace chistes con el poder, los reyes, la guillotina, vuelve a menudo sobre la figura de Enrique IV y se asegura de que todos conocen la anécdota primordial: la primera cuna del rey recièn nacido habría sido, supuestamente, un caparazón de tortuga.
Senderos del Rey Pau
Tras el baño de cultura deambulamos por otros lugares emblemáticos de Pau; recorremos el Boulevard des Pyrénées y bajamos en el pequeño funicular gratuito que lleva a un bosquecillo de palmeras. Casi toda la ladera de la colina en la que se asienta la ciudad está ocupada por un conjunto de jardines que llevan el pomposo nombre de "Les Sentiers du Roi".
 Degustación en Les Pipelettes


Aquí se cena pronto incluso los sábados. Hemos reservado en el restaurante "Les pipelettes", del que se está hablando mucho en prensa y redes sociales; la joven chef Laetitia Sarthou ha montado este sencillo local para descolgarse con su interpretación radical del concepto "cocina de mercado": una fórmula de 5 platos que cambian todos los días, elaborados con los productos que cada mañana escoge en el mercado central de la ciudad. Por fuerza un menú tan aventurado tiene que ser "ecléctico", no nos sorprende encontrarnos con platos tales como un empalagoso gazpacho de melón con semillas de anís o una merluza cocinada con remolacha y chorizo. En conjunto, la cocina de Laetitia no nos parece excepcionalmente buena, pero tiene su gracia; por supuesto aprovechamos para regarla con un jurançon sec, nuestro vino preferido en esta parte de Francia.
Proyección nocturna en el Castillo de Pau
Ya de noche, regresamos al Castillo para ver un espectáculo gratuito que la municipalidad está ofreciendo a diario durante el verano. Se trata de una proyección de imagen y sonido en los muros del patio, narrando con detalle la historia del edificio, del rey Enrique IV y la vida de la época en que le tocó vivir, sin omitir la barbarie de las guerras de religión. El montaje está muy bien hecho y resulta entretenido; sólo dura 15 minutos y se repite varias veces durante un par de horas, a fin de que todos los que quieran puedan entrar.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Marcha senderista del Mezquín

El río Mezquín
El Mezquín es un río desconocido que recorre silencioso un curso que se intuye o más bien se adivina entre cañizares, sin agua que fluya a borbotones, ni pozas en las que poder bañarse en verano.
Desemboca en Castelserás y para compensar su triste destino, pocos metros antes de morir en el Guadalope deja su sello en el mítico Pozo del Trago, un pozo que según la tradición popular ha tragado por los siglos de los siglos todo tipo de desgracias: la mujer que se tiró con sus hijos, las armas arrojadas en guerras carlistas y civiles, los tesoros sumergidos por ladrones y bandoleros... Un pozo tan profundo, tan profundo, tan profundo que todo lo que cae en él desaparece para no volver a verse jamás. Historias contadas por nuestros abuelos que tanto miedo han dado a los niños y niñas de Castelserás. Nadie se atrevía (se atreve) a mirar ni siquiera de lejos este misterioso y cruel pozo que forma parte de los mitos ocultos del pueblo.
Pero esa es otra historia que algún día recordaremos.


Hoy hablamos de un Mezquín muy diferente, alegre y divertido que une a los pueblos en las comarcas del Bajo Aragón y el Matarranya, una marcha senderista que en el año 2016 cumple su 20 aniversario.
Cada año se organiza en un pueblo diferente. Este año la marcha se desarrolló en mi pueblo, Castelserás, con tres circuitos: uno corto,  al que yo me he apuntado, con un recorrido de 12 km, uno mediano de 18 km y otro más largo de 23 km.
Nosotros no hemos madrugado. A las 9 de la mañana recogemos en la plaza del pueblo la acreditación, la camiseta y un pañuelo para el cuello que conmemora el 20 aniversario.
Vamos a la Venta, cruzamos de un salto el río Mezquin y seguimos por sendas paralelas a la carretera de Alcañiz hasta las Tres Peñas. La primera parada para reponer fuerzas con un café con leche con pastas.

Las Tres Peñas

Cerrada del Moro
Seguimos el recorrido entre estrechos campos de olivos y almendros hasta la Cerrada del Moro, una antiquísima pared de piedra que cierra un campo de 7 Ha. Seguramente era un lugar de parideras comunitaria y, según me cuenta mi padre, la tradición popular recuerda que fue construida por un moro que se quedó como criado en la casa de una rica familia de Castelserás después de la expulsión de los moriscos (1492).
China, chana...
Avituallamiento de bocata de jamón
Un poquito más adelante hacemos otra parada, para reponer unas fuerzas que ni siquiera habíamos perdido, con un rico chocolate. Seguimos ruta y ya casi al final de nuevo nos sorprenden con un rico bocadillo de jamón que nos dan en otro puesto.
Terminamos en el pabellón de Catelserás comiendo unas judías con morro y morcilla que saben a gloria.

Antonio preparando las judías
Un recorrido sencillo que más parece ruta gastronómica y que nos da una idea de lo acogedores que son los vecinos del Mezquín. A los que somos de aquí nos sirve para recordar y darle más valor a unas tradiciones de nuestro patrimonio cultural y natural que nos resistimos a perder.