martes, 29 de marzo de 2016

Gaudi y Barcelona

La Pedrera. Barcelona

     Casa Batlló. Barcelona.    Foto, Casa Batlló
Llegamos a Barcelona al mediodia. Nos alojamos en el Hotel Suizo de la empresa aragonesa Gargallo, en via Layetana, no lejos del Gran Teatro del Liceo donde por la tarde se representa  El ocaso de los dioses, la última ópera de las cuatro que forman El anillo del  Nibelungo de Richard Wagner.
Teatro del Liceo. Barcelona
Hemos seguido el ciclo completo que el Liceo ha programado a razón de una por año: El oro del Rhin (2013), La Valquiria (2014), Sigfrido (2015), con el triste recuerdo de los dos cantantes que resultaron muertos en un accidente de aviación después de la representación en el Liceo. Este año se les recordó a ambos con unos minutos de silencio en un sencillo homenaje. Se llamaban Maria Radner y Oleg Bryjak.
Nos espera una tarde-noche muy larga con este Götterdammerung, una ópera de casi 5,30 horas que pone fin a la saga.  

Dejamos las cosas en el hotel y vamos caminando hasta el paseo marítimo que está precioso. Nos quedamos embobados contemplando el yate Ace, uno de los más exclusivos del mundo, propiedad de un multitimillonario armenio. ¿Qué negocios le llevarán por estos lares?.
La Pedrera. Barcelona
Entramos temprano a comer en el restaurante 7 portes, cerca del puerto, un local antiguo que tiene buena fama, de hecho es casi una institución en Barcelona. Salimos decepcionados, sentimos que la fama no hace honor a la calidad de su cocina y al precio que pagamos por ella.
La tarde del sábado la ocupamos en el Liceo con un reparto que merece la pena:  Lance Ryan en el papel de Siegfried, Irene Théorin como Brunilda y el bajo Hans Peter König en el papel del malvado Hagen. Disfrutamos de una ópera impresionante (y eso que a mi no me gusta especialmente la ópera y voy por acompañar a Luis), tan bien interpretada que cuando terminó a representación, del último piso del Liceo, cayeron cientos de papelitos de colores con mensajes para la soprano Irene Théorin, que ponia fin a una magnífica temporada.
Aunque la mañana del domingo salió lluviosa vamos a visitar la Casa Milá, conocida popularmente como "la Pedrera", apodo que pusieron los barceloneses a la poco convencional casa que entre 1906  y 1910 construyó Antonio Gaudí en la pedania de Gracia, la zona residencial de la alta burguesía catalana de principios del s. XX. El peculiar edificio provocó bromas y chistes y su apodo ha quedado ya unido a la historia del edificio. Está claro que Gaudí se adelantó a su tiempo: lo que hace un siglo provocaba bromas, actualmente es objeto de admiración y provoca filas de personas deseando acercarse a esta arquitectura tan innovadora.
Espacio Gaudí. Desván de La Pedrera. Barcelona
La Casa Milá/ La Pedrera es la sede de la Fundación Catalunya-La Pedrera, un importante centro cultural de referencia en Barcelona. Se ha encargado de restaurar y devolver al edificio el diseño original elaborado por Gaudí a principios del s XX.
Balcón en la Pedrera. Barcelona
Terraza de La Pedrera. Barcelona
Llegamos temprano, todavia no hay mucha gente haciendo cola.
La Casa Milá es un enorme edificio construido como residencia de la familia y con espacios para alquilar, recurso habitual en la época como forma de rentabilizar la inversión. 
Subimos directamente al desván, el corredor circular construido con arcos de ladrillo unidos al techo por un armazón que recuerda el esqueleto de una enorme serpiente. Allí se encuentra el Espacio Gaudi con maquetas y material audiovisual de las principales innovaciones realizadas por el arquitecto catalán.
La lluvia nos impide salir a la azotea Uahhhh!.
Que pena!.
Desde la ventanas podemos ver las chimeneas recubiertas de fragmentos de cerámica con la apariencia de cabezas de guerreros y la famosa cruz de Gaudi.
 Bajamos por la escalera interior a visitar el piso residencial, en forma circular con espacios comunicados que van de uno a otro: el despacho del señor Milá que comunica con el salón y conduce al dormitorio,  amplias estancias con balcones de hierro forjado con motivos vegetales, abiertos sobre el  Paseo de Gracia.
El resto del edificio esta ocupado por pisos de viviendas y oficinas.
Panot/baldosa de Gaudí. La Pedrera. Barcelona
En el suelo de la habitación de los niños encontramos las baldosas de forma hexagonal con motivos marinos como la caracola, el pulpo o la estrella de mar diseñada por Gaudí para la Casa Batlló, que acabó años despues en la Casa Milá. Es la famosa baldosa que se repite en las aceras del Paseo de Gracia, arte bajo nuestros pies.
Cuando salimos de la Pedrera ha parado de llover y desde la acera de enfrente contemplamos con detalle el enorme edificio que hace chaflán y se muestra imponente en el paseo.
Casa Batlló. Barcelona
Un poco más abajo, en el mismo Paseo de Gracia, se encuentra otro de los edificios de Gaudí y hacia alli nos dirigimos, a la Casa Batlló. En la puerta una enorme fila da idea de la pasión que levantan las obras del genial arquitecto entre los turistas llegados de todo el mundo. Pero la fila corre rápida y pronto podemos pasar al interior donde nos dan una audioguía que nos acompaña en la visita por las salas, escaleras y terraza.
La Casa Batlló fue construida entre 1904 y 1906, unos años antes que la casa Milá. Gaudí partía de un edificio ya construido al que incorporó modificaciones resultando un edificio nuevo.
                                      Casa Batlló.             Foto: Casa Batlló
Desde el exterior impacta la fachada de originales formas redondeadas, que recuerda el caparazón de un animal marino, así como los enormes balcones con columnas de arenisca y vidrieras de colores. La decoración con trocitos de cerámica  y cristales brillantes me recuerda el templo Wat Arun / Templo del Amanecer en Bangkok, que está cubierto por los trozos de cerámica rota que los barcos chinos usaban como lastre, rescatados del río Chao Phraya para ese fin.
Casa Batlló. Barcelona
Casa Batlló. Barcelona
Subimos por la escalera de caracol hasta el enorme salón en el que destaca el balcón que asoma al Paseo de Gracia. En él abundan los objetos peculiares que atraen la vista: el techo en forma de espiral de caracolas marinas, el original sistema de ventilación de la casa, las manillas de las puertas, los muebles de madera, el patio interior decorado con más trocitos de cerámica... mil detalles del rico mundo de Gaudí en el que el Mediterráneo está presente.
Casa Batlló. Barcelona
Casa Batlló. Barcelona
Subimos hasta la terraza por una escalera que da a un patio interior cubierto de ceramica de un azul en tonos degradados, más clara en los pisos bajos y más oscuro en los altos, que reciben más luz.
Casa Batlló. Barcelona
Casa Batlló. Barcelona
En el quinto piso se encuentra el desván y de nuevo Gaudi está presente con el diseño de una serie de arcos catenarios realizados en ladrillo, sobre los que se sostiene la azotea, una solución eficaz y económica que el arquitecto empleó para aislar la casa.

Desván Casa Batlló. Barcelona
En la azotea la imaginación se desborda. Lo funcional pasa a ser arte, las chimeneas se convierten en figuras coloridas con sombrero de cristal y los lomos de un dragón siluetean las cornisas del tejado.
Salimos de la casa Batlló con la sensación de haber visitado la obra de un genio que revolucionó la arquitectura y con razón sus obras más importantes forman parte del  Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Un magnifico regalo que Gaudí dejó en Barcelona!

Azotea Casa Batlló. Barcelona
Azotea Casa Batlló. Barcelona
Es domingo de Ramos y por las calles se pasean los vecinos con ramas de olivo y laurel. Ya no llueve, el sol ha salido y podemos disfrutar de la ciudad.
Antes de coger el Ave de vuelta a Zaragoza, vamos a comer a  Senyor Parellada, un restaurante de comida catalana que siempre nos ofrece una nueva experiencia gastronámica. 
Volvemos a casa con las pilas cargadas y la sensación de haber disfrutado un fin de semana especialmente bonito.

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