domingo, 11 de marzo de 2012

Uzbekistán. Bujara (7)

Plaza Miri-Arab
Compartimos un destartalado taxi de hace mil años, con asientos que bailan y se inclinan a todos los lados, durante 5 h a través del desierto de Kyzilkum, para ir a Bujara. Los campos de algodón regados por el rio Amu Daria, que desemboca en el casi extinto Mar Aral, van dando paso a un paisaje cada vez más seco.
Mezquita de Kalon

Mezquita de Kalon
Bujara, Bokhara o Buxoro es otra de las ciudades historicas del actual Uzbekistán. Fundada hace mas de 2000 años en un oasis, durante siglos fue parada importante de las rutas comerciales en las épocas de civilización persa, árabe y turca. Alcanzó su mayor esplendor en el siglo XVII, cuando Bujara se convirtió en el centro cultural, religioso y cientifico de buena parte del mundo islámico.
El paso de los rusos y la larga etapa soviética modificaron radicalmente las estructuras sociales de la ciudad y la base de su población (en la actualidad la mayoría no son uzbekos sino tayikos) pero respetó la mayor parte de sus joyas arquitectónicas.
Plaza Lyabi
Son muchos los edificios interesantes que se pueden visitar. Bujara es una ciudad que asombra, los impresionantes edificios se encuentran repartidos por la ciudad y a pesar de su importante pasado histórico y de ser un lugar muy visitado, sigue conservando un aire de ciudad tranquila. Es muy agradable pasar varios días paseando por la ciudad mientras se descubre poco a poco su belleza. La mayoría de los edificios tienen preciosas fachadas cubiertas de cerámicas, con interiores ocultos detrás de las telas, alfombras, pieles y  recuerdos de las numerosas tiendas para turistas que se extienden por todos sitios. Nosotros nos alojamos en una casa típica bujariota convertida en hotel, muy cerca de la plaza central de la ciudad: el Lyabi-Haouz.
Nasrudin Hodja

La vida de Bujara gira en torno a esta plaza construida en los primeros años del siglo XVI, alrededor de un embalse o “haouz”  octogonal, que proporcionaba agua potable a la ciudad.  El embalse de la plaza Lyabi era el mas grande de la ciudad y a él acudían los ciudadanos a coger agua o a bañarse por lo que la falta de las debidas medidas sanitarias provocaba importantes epidemias. Todos los edificios importantes tenían su propia haouz que se alimentaba de agua gracias a una red de canales construidos en piedra. 
Casa antigua bujarí convertida en hotel
En la plaza, enormes moreras centenarias dan sombra a los restaurantes que rodean el haouz, en ellos se reúne la gente a tomar té, charlar o jugar al ajedrez; de noche se animan aún más a la hora de cenar. En uno de los lados se encuentra la estatua de Nasrudin Hodja montado en su burro; Nasrudin es una especie de D. Quijote de la cultura sufí, del que se cuentan leyendas que muestran su ambiguo carácter de genio estúpido. Es muy famoso en los paises de cultura musulmana y en Turquía se le representa también con su burro, pero sentado al revés.
Detalle Medersa Divanbegi
La plaza Lyabi la enmarcan tres edificios del s XVI, dos medersas (escuelas de enseñanza del corán) y una mezquita. En el lado este la Medersa Divanbegi construida para ser un caravansar (lugar en el que se guardaban las mercancias que circulaban por la Ruta de la Seda), destaca por la impresionante fachada con dos enormes pájaros y un sol en el medio, una representación poco habitual en el arte islámico.
Frente a ella, la Medersa Koukeldach (1568) sigue siendo la mayor de Bujara. Una fachada grande con un complejo sistema de bóvedas.
La Mezquita Nadir fue construida al mismo tiempo que el estanque, con una bella fachada en tono dorados.
En el otro lado de la plaza se hallaba un conjunto de caravanserais que en la actualidad albergan tiendas de souvenirs turísticos.
Medersa Divanbegi
No lejos de la plaza se encuentra el pequeño barrio judío y la sinagoga. Bujará albergó una numerosa comunidad judía muy activa y tradicionalmente se llama  judíos de Bujará a los judíos provenientes de Asia Central.
En la plaza Miri-Arab  se encuentra otra de las joyas de la ciudad, un conjunto de edificios religiosos que durante siglos representaron lo más sagrado de la civilización islámica en el Asia Central. Son la impresionante Mezquita de Kalon, del  s XV, con su enorme cúpula decorada en color turquesa; la medersa Miri-Arab, la más antigua e impresionantes de Asia Central, todavía en uso, con capacidad para mil personas. Se dice que Hengis Khan al verla quedo tan impresioado que no pudo destruirla y el símbolo de la ciudad; el minarete Kalon  “pedestal del más grande “ (S XII), que sigue siendo el edificio mas alto de Bujara. Se construyó sobre otro minarete mas pequeño con la pretensión de ser el mas alto del mundo. Sus dimensiones (46 metros de altura mas otros diez de los cimientos) la hacen visible desde cualquier punto de la ciudad. En su construcción se uso por primera vez el color en los mosaicos.

Mercado cubierto
Podemos disfrutar de la imponente belleza de este lugar desde una terraza que se encuentra en uno de los laterales. Es una delicia tomar una cerveza al atardecer viendo las tres impresionantes construcciones  tiñéndose del color rojizo del atardecer y el verde intenso de las cerámicas cambiar al pardo brillante y seguir así hasta que todo el conjunto se va apagando lentamente.
Pasamos por el mercado Taqui-Zargaron (joyeros), donde una mayoría de mujeres compra y vende oro de baja calidad, para ir al Mausoleo de Ismail Samani, el edificio mas antiguo de Bujara. Esta tumba construida en el s X para albergar los restos de Samani, fundador de la dinastía de los Samánidas y las siguientes generaciones de gobernadores es una construcción sencilla en ladrillo de color claro, nada ostentosa, en forma de cubo con las cuatro paredes exteriores iguales, decoradas con filigranas , con enormes columnas que rematan las esquinas y cubierto por una cúpula redondeada.
Mausoleo Ismael  Samani

El día es cálido en pleno otoño y nos paramos a comer unos pinchitos de pollo a la brasa y una ensalada en una terraza al aire libre.
Chor Minar
Chor Minar (cuatro minaretes). Se encuentra en un barrio algo alejado de la parte histórica, con calles sin asfaltar y casas de barro con patios en los que vemos pequeños rebaños de cabras. Chor Minar fue construido en 1807 por un rico mercader, Los cuatro minaretes recubiertos en la parte superior por cerámicas azul daban acceso a una antigua medersa, Actualmente el interior lo ocupan tiendas de recuerdos para turistas.
La ciudadela El Ark fue la residencia de los emires de Bujara desde su construcción en 1742 hasta 1920, año en que el avance de la Revolución Rusa forzó al último emir a emigrar.
Una gran puerta de madera da acceso a la rampa que sube hasta los edificios de la ciudadela. La mayoría de ellos, incluyendo una mezquita y la Sala del Trono, están prácticamente en ruinas y actualmente en proceso de restauración. Coincidimos con un grupo de soldados con uniforme y gorro de piel, en su día de paseo, que nos miran furtivamente. Algunos nos hacen fotos con disimulo, al final rompemos el hielo y nos fotografiamos mutuamente.
Ciudadela El Ark

 Mausoleo de Tchachimaï Ayyub o Fuente de Job. Este mausoleo (s.XIII) del santo sufí fundador de la escuela de Khorezm es un edificio pequeño y modesto, rodeado de jardines.  Los devotos vienen a venerarle y a coger agua bendita de la fuente del  profeta Job, quien, según la tradición, hizo manar aquí una fuente con solo tocar la tierra con su bastón y se cree que viene directamente de La Meca.
 También tenemos ocasión de visitar Choor Bakr, un mausoleo de la época del profeta Mahoma, y el palacio de verano del último emir, ambos en las afueras de la ciudad. Y no hay que olvidar los preciosos mercados cubiertos (aunque casi toda la ciudad es un mercado), como el Taqui Sarrafon o el Taqui Telpak Furushon (tejedores de alfombras).
En total pasamos 4 días en Bujara; es una ciudad para estar, para pasear y retener en la retina multitud de imágenes.
Estación de tren de Bujara
Dejamos Bujara a las ocho de la mañana. Un tren nos lleva a Samarcanda, es un tren cómodo y rápido que hace el trayecto en tres horas. Nos quedan en la memoria sensaciones, imágenes  y olores que ninguna cámara ha podido registrar. Nos queda el ensueño de Bujara.

Próximo capítulo Samarcanda

1 comentario:

Beltran dijo...

Que bonito! realmente parecen ciudades de cuento! me tengo que animar a visitar Uzbekistan! Saludos :)
Meritxell