jueves, 15 de marzo de 2012

Uzbekistán. Samarcanda (8 y final)

En la Plaza Registan
Miro emocionada el cartel de la estación de tren: SAMARQAND. No me lo puedo creer, estoy en la mítica ciudad de Samarcanda, la perla de Oriente, la joya de Asia Central, la ciudad con la que han soñado los viajeros a lo largo de los siglos, la que visitó Marco Polo y  deslumbró a Alejandro Magno.
Incluso el rey castellano Enrique III envío a Ruy González de Clavijo, a Samarcanda en 1404, con la intención de crear una alianza con Tamerlán contra los turcos. Como consecuencia de esta visita existe un barrio en Samarcanda llamado Madrid, único en Asia. Sus experiencias las recogió en el libro Embajada a Tamorlán.
Plaza Registan
Samarcanda es una de las ciudades más antiguas del mundo permanentemente habitadas. Ubicada en la ruta de la seda entre China y Europa, ha sido durante siglos una de las ciudades más importantes de Asia Central.
La ciudad tiene varias joyas impresionantes, todas ellas magnificas e impactantes. Una de ellas  es la Plaza Registan  (Plaza de la Arena), un conjunto arquitectónico que definió las reglas básicas de la arquitectura islámica entre el mediterráneo y el subcontinente índio.
Plaza Registan. Medersa Ulugh Beg
Nos acercamos a la plaza Registan, un policía nos hace gestos mientras toca el pito, no se puede acceder a la plaza sin comprar el ticket. Estamos en una plataforma de madera en medio de la plaza, rodeados de tres medersas de fachadas rectangulares decoradas con cerámicas verdes. El lugar emociona. Aunque los puristas critican la restauración de la plaza, para los ojos profanos la belleza es sobrecogedora. No nos decidimos a comprar el billete que nos reclama el guardia. Queremos disfrutar de Samarcanda despacio, sin prisas y nos sentamos en uno de los bancos externos. Desde allí podemos ver la plaza, el ir y venir de los turistas uzbekos y extranjeros, escuchar los pitidos del guarda encargado de controlar el acceso: Ticket!, ticket!, y pitido tras pitido espantar a los mirones. La plaza se puede ver pero no acceder a ella sin pasar antes por caja. Para nosotros estar allí sentados ya es un placer y dejamos pasar el rato sin animarnos a romper el encanto.
Plaza Registan. Medersa Tilla-Kari

Al fin decidimos comprar el billete. El guardia nos da un papel sin fecha (tal vez estamos contribuyendo a engrosar su economía familiar) y nos deja pasear libremente por estas tres magníficas medersas.

Plaza Registan. Medersa Chir Dor
•    La Medersa Ulugh Beg, (s XV) la mas antigua, situada en el oeste. Contiene mosaicos con temas astronómicos, una mezquita antigua y varias salas dedicadas al astrólogo Ulugh Beg. La fachada la enmarcan dos estilizados minaretes y en el centro una altísima puerta da acceso al patio interior con dos pisos en los que se distribuyen las  “hujras” ( o habitaciones ) de la medersa.
Medersa Chir Dor. Detalle
•    La Medersa  Chir Dor (Puerta de los Leones s.XVII) situada al este, es un reflejo de la Madraza Ulugh Beg. Es la más pequeña de las tres. La fachada contiene dos leones (o tigres), con una cara en el interior, que persiguen una gacela, una excepción de la decoración islámica que prohibe representar seres vivos, razón por la que el arquitecto que construyó la medersa acabó condenado a muerte. Los leones de Chir Dor  están presentes en los billetes uzbecos.
Medersa Chir Dor. Detalle
•    La Medersa Tilla-Kari, (s.XVII) (cubierta de oro) en el medio. Una inmensa puerta y dos pequeños minaretes forman la fachada del edificio. En el interior, las hujras rodean todo el patio ajardinado, ahora reconvertidas en tiendas de artesanías y regalos para turistas. Desde el lado izquierdo del patio se accede a la Sala de Oraciones decorada con cerámicas en tonos dorados.
 Pasamos horas recorriendo las medersas,  embobándonos en mil detalles y dejándonos atrapar por la belleza de este fantástico lugar.

Mausoleo Gur-Emir

Mausoleo Gur-Emir
Minarete
Necrópolis
 Caminando hacia el Mausoleo de Gur-Emir nos encontramos con la grandiosa escultura del Gran Timur (Tamerlan, el gran conquistador de Asía Central, de origén turco-mongol). Cerca de allí en el Mausoleo de Gur-Emir, en persa "Tumba del Rey" está enterrado el conquistador Tamerlán y su familia. Es uno de los monumentos mejor conservados de la ciudad, restaurado por la URSS. Una enorme puerta cubierta de cerámicas da acceso al patio desde el que se  comunican las salas hasta llegar hasta la tumba de Tamerlán (su cuerpo está enterrado en el exterior), un armonioso recinto recubierto de mosaicos en color dorado y repujados en blanco.
No lejos del centro se encuentra el bazar de la ciudad. Pasamos un rato callejeando por los puestos. Comemos un restaurante del mercado unos laghman (sopa de tallarines picante), manti (pasta con carne) ensaladas y pinchitos. No lejos del mercado se encuentra otra de las joyas de Samarcanda: la Mezquita Bibi Khanum, en proceso de restauración, solamente conserva la fachada que se considera una joya del periodo Timur. Esta gigantesca mezquita fue construida por la esposa de Tamerlán Bibi Khanum mientras éste estaba de campaña fuera de la ciudad. Según la leyenda, el arquitecto se enamoró de ella y se negó a completar el trabajo acordado a menos que le diera un beso a él. El beso dejó una marca en ella y la indignación de Tamerlán fue tal que mandó buscarlo, pero ya había muerto. También dicen que por esta razón el emir ordenó que las mujeres se cubrieran la cara para no tentar a los hombres.
Necrópolis Shah-i-Zinda


Necrópolis Shah-i-Zinda
Necrópolis Shah-i-Zinda
Nos acercamos caminando hasta la Necrópolis Shah-i-Zinda. Desde lejos podemos ver la amplitud del complejo, una sucesión alargada de edificios en la ladera de la colina. El complejo se fundó en torno a la tumba de Qusam ibn Abbas, un primo del Profeta Mahoma que trajo el Islam a esta zona y fue decapitado por los infieles (los cristianos) en el momento de la oración, pero él milagrosamente cogió su cabeza en sus manos, descendió a un pozo y siguió viviendo allí. Su santuario es uno de los edificios más antiguos en Samarcanda.
En la segunda mitad del siglo XI comienza la población de la ciudad a enterrarse en las cercanías de la tumba. En los años del gobierno de Tamerlán se convirtió en la necrópolis de la Dinastía Timúrida, con más de veinte mausoleos cómo el de la madre del emir Hussein, uno de los mejores generales de Tamerlán; el de la segunda hermana de Tamerlán, con una original cúpula; el mausoleo de Bouroundonk, general de Tamerlán que se distingue por su sobriedad y demás personas de primera fila en la sociedad de Samarcanda.
Necrópolis Shah-i-Zinda

El lugar tiene algo mágico, preciosas fachadas con cerámicas verdes acogen interiores impresionantes. La necrópolis es un lugar de culto y peregrinaje. Podemos ver a familias enteras rezando en los mausoleos. En lo alto de la Necrópolis se encuentra el cementerio actual de la ciudad, con tumbas de mármol con la serigrafia a tamaño natural del difunto.
Necrópolis Shah-i-Zinda

Necrópolis Shah-i-Zinda

Volvemos al centro, de nuevo nos paramos en la plaza Registan, al atardecer la luz se proyecta sobre las cerámicas y le dan un color cálido. Cenamos en uno de los restaurantes de la parte nueva, a la vuelta de nuevo nos paramos en la plaza Registan, también de noche, con la luz indirecta de los focos,  está magnífica. Pasamos un buen rato respirando el ambiente del lugar.
Grupo de visitantes en la Plaza Registán
En la estación de tren hay que ser duro, fuerte y aguerrido (y su equivalente femenino) para sacar un billete con destino a Tashkent. La gente se agolpa en las ventanillas formando un "rebullo" en el que nadie respeta ningún turno, cada uno intenta ser atendido, gritando, estirando las manos. Cuando por fin logras asomar media cabeza, por la ventanilla te recibe un funcionario malcarado, sin muchas ganas, que te echa la bronca a la menor duda. Así que cuando, no sabes por obra de que milagro, te alejas del lugar con un billete en la mano, das gracias al cielo  por haber superado semejante prueba.
Plaza Registan
Nos vamos de Samarcanda por la mañana. La visita nos ha sabido a poco. Como las grandes joyas esta ciudad necesita tiempo para ser contemplada poco a poco, para pararse a observar mil detalles, mil luces, formas ,mosáicos, dibujos, colores, siluetas...
Dejamos Samarcanda sabiendo que sólamente hemos disfrutado un poquito de la grandeza de esta magnífica perla de Oriente. 

El Gran Timur

Con Samarcanda acabamos la serie de ocho capítulos sobre este trocito de la Ruta de la Seda.

3 comentarios:

Gema Villa dijo...

Es preciosa la ciudad y tus fotos cada vez mejores. Bss

Jordi (milviatges) dijo...

Me guardo tus posts sobre Uzbekistan, un viaje que tengo en el punto de mira. La arquitectura me recuerda a la de Isfahan, supongo que se llevaron de allí muchos artesanos.
Saludos de milviatges! Y nos seguimos pot twitter si quieres!
http://milviatges.com/es/2013/placa-del-imam-desfahan-el-melic-del-mon-persa

Luis Mur dijo...

Jordi me alegro de que te gusten nuestros posts y espero que puedas pronto visitar Uzbekistan.
Nos vemos en twitter.
Un abrazo