lunes, 23 de julio de 2012

Larrau en el Pirineo francés

Etsaut visto desde Borce
En verano, cuando el calor en Zaragoza llega a los 40º, es un placer subir al Pirineo a disfrutar del clima fresquito. Todos los veranos nos escapamos algún fin de semana y en esta ocasión hemos subido a Larrau, un pueblo pequeño en la región del País Vasco en la parte francesa del Pirineo.
Camino de las Gargantas de Holzarte
Bosque de hayas
Desde Larrau se pueden hacer varios recorridos sencillos por las montañas. Subir a las gargantas de Holzarte es una de las rutas más conocidas y atractivas de los Pirineos Occidentales. Con una ligera ascensión de 200 m y pasando  por un fresco y frondoso bosque de hayas se llega al punto en el que se unen los cañones del río Olhadübi y de Holzarte. Desde allí se divisa a lo lejos el puente colgante que une las dos paredes de la garganta de Holzarte. Un puente que se construyó en 1920 para poder explotar la rica madera de haya de estos bosques.
Hacia las Gargantas de Holzarte
Es bonito y da cierto miedo pasar sintiendo el balanceo del puente, pero al mismo tiempo emociona pararse en medio de esta pasarela y mirar hacia abajo, al fondo, donde el río ruge al abrirse paso entre las duras paredes del cañón.
Pasarela de Holzarte


Desde aquí se puede continuar en dos recorridos de varias horas bordeando uno u otro cañón, pero nosotros lo dejamos para otra ocasión.
No lejos de Larrau se encuentra el bosque de Irati, un enorme bosque de hayas, el mayor de Europa, que se extiende desde Navarra, en el lado español de los Pirineos, hasta la región del País Vasco en el lado francés. La estación de esquí de fondo de Irati se encuentra en el lado francés y desde este punto se pueden realizar caminatas sencillas o más complicadas pasando por esta enorme extensión boscosa.

Puerto de Irati
Estación de esquí de Irati
Rebaño de montaña

Otro de los recorridos que pueden hacerse desde Larrau es el de las Gargantas de Kakueta, también con un puente que une los dos lados del cañón pero en este caso por la parte mas baja, desde el río. Para acceder a estas gargantas hay que pagar. Se cobra 5 € y nosotros no la hicimos, en parte por falta de tiempo, en parte por la sorpresa de encontrar una taquilla en medio de la montaña.
Santa Engracia
Volvimos a Zaragoza despacio parando cada tanto en lugares como Sainte Engrace, un pueblo con una peculiar iglesia románica dedicada a la Santa Martir de Zaragoza, pasando a España por el puerto de Belagua, paramos a pasear por el bosque de hayas de Isaba, a tomar un refresco en Roncal un pueblo empedrado con casas antiguas en cuyos portales las piedras talladas nos dicen el año de construcción, allá por 1700. En Ayerbe paramos a comprar las famosos tortas que nos comimos sentados en un banco de la plaza y una hora mas tarde ya estábamos en Zaragoza, cansados pero relajados por los paisajes verdes con los que nuestras retinas se habian alimentado el fin de semana y sobre todo desconectados de esta prima de riesgo que nos pone las cabezas locas.

2 comentarios:

Libreta Viajera dijo...

Que entrada tan refrescante para estos días de calor en la ciudad...
Besicos a los dos,

Luis Mur dijo...

Pues sí, hay que ir buscando un poco la sombra jeje.
Gracias por enlazarnos. Hasta pronto.

Luis