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Mi amuleto de jade verde |
En Suzhou a la orilla del lago Taihu en el delta
del río Yangtsé ya habíamos superado la prueba inicial y disfrutamos de los jardines y
de las vistas del lago. Recuerdo especialmente los paseos por los
barrios populares en los que podíamos ver a las familias haciendo la
vida en los patios donde se encontraban los grifos de agua comunitaria.
En nuestros paseos éramos objeto de observación, la gente se nos quedaba
mirando y nos saludaban: Nin hao!, Nin hao!, pronto aprendimos el
saludo y a sonreír las bromas que no entendíamos.
En Suzhou
estuvo con nosotros un chico joven que quería practicar inglés. Resultó
ser un formidable y estupendo guía con el que disfrutamos y visitamos a
fondo la ciudad, nos acompañó, nos explicó, nos llevó a ver las discotecas locales,
reimos,..
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Despedida en Suzshou
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El Gran Canal |
Nos ayudó a conseguir un billete para ir de Suzhou a
Hangzhou por el Gran Canal que, por alguna extraña razón, una y otra vez
nos decían que no era posible. Lo dejamos a la orilla del Canal,
despidiéndonos con tristeza.
Nos embarcamos en un pequeño barco,
alojados en sencillos pero cómodos camarotes. Un viaje de varios días
por esta carretera fluvial, ruidosa, amena y divertida. Las barcas
hacían el recorrido formando largas filas, unidas unas a otras, para
facilitar la maniobras y ahorrar combustible. El tráfico de barcos por
el canal era denso y en muchos momentos muy lento. Cuando se cruzaban
una o varias filas de barcos, se requería una gran maestría para poder
pasar empujándose unos y otros, ayudándose para seguir el camino. Eran
maniobras lentas que requerían destreza y que nosotros observábamos sin
perder detalle. Recuerdo con agrado esos días por el Gran Canal desde el
que pudimos observar en primera linea la vida de los pueblos de los
alrededores.
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Tráfico por el Gran Canal |
Por la mañana temprano, sobre las 6 de la madrugada,
la música y las noticias de la radio despertaban a los pasajeros. El
último día, poco antes de llegar a Hangzhou, las noticias sonaban por
los altavoces del barco emitiendo sonidos que para nosotros no tenían
significado. Nos sorprendió la reacción de los tripulantes y viajeros
chinos del convoy: se quedaron muy serios escuchando las noticias y
cuando terminaron y sonó la música, volvieron a los camarotes dejando el
barco en un silencio extraño. Nos quedamos desconcertados, sin saber
que noticia había comunicado la radio, pero nos quedó claro que no era buena
y que se refería a los estudiantes acampados en la Plaza de Tiananmen.
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Con Victor y el señor en Hangzhou |
Paseando
por una calle de
Hangzhou se nos acercó un señor mayor, claramente
demenciado que hablaba un perfecto francés. Nos pedía monedas y quería
saber su valor. Estaba obsesionado con conseguir dinero extranjero “con
valor”. Su discurso nos parecía incoherente y saltaba de un tema a otro.
Hablaba de su familia dispersa por China, de su mujer que era profesora
en una provincia lejana y a la que hacia muchos años que no veía, de
sus hijos... Era un señor muy culto, decía cosas que no lográbamos
encajar, nos hablaba de escritores franceses y recitaba fragmentos.
Hablaba de su presente “sin decir”, callaba evitando expresar sus
pensamientos, hasta que entendimos que era víctima de la Revolución
Cultural, otro de los temas conflictivos y silenciados en China. Nos
fuimos encontrando con él varios días y por alguna razón a mí me dejó
una profunda impresión y todavía conservo una pieza de jade verde que me
regalo con la palabra “inmortalidad” grabada en ella.
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Medicina china |
Los días
que pasamos por Hangzhou pudimos percibir la inquietud que se vivía en el país por las protestas de la Plaza de Tiananmen. Veíamos pequeñas notas colgadas en los troncos de los árboles delante de
las cuales se paraba alguna persona. Esas notas cada día eran mas
grandes y mayor el número que personas que, formando corros y
discutiendo, se paraban delante de ellas. El ambiente cada vez parecía
más crispado y cuando quisimos coger el tren para ir a Sanghai nos
encontramos con una verdadera marea humana que iba y venía, muchos de
ellos amontonados en la ventanilla de la taquilla, por lo que resultaba
imposible comprar un billete. Un chico, que hablaba algo de inglés, al
ver nuestro desconcierto, nos subió con él a un vagón de tercera e
intercedió por nosotros cuando el revisor nos pidió los pasaportes e
intento que bajáramos del tren alegando que los turistas no podían
viajar en esos vagones.
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Un brindis |
Cuando llegamos a Sanghai, la ciudad
estaba en estado de enfrentamiento, con calles cortadas y grupos de
gente ocupando el centro de la calzada para impedir el paso. Encontramos
un hotel (después de varios intentos) y desde allí llamamos a la
embajada española para que nos informaran y nos indicaran que hacer. Nos
cogió el teléfono una empleada, quien con tono exaltado nos dijo, mas
bien nos grito, que quiénes éramos, que cómo es que estábamos todavía en
China, que los trabajadores de la embajada dejaban el país y se iban
precipitadamente y, por lo tanto, no podían hacer nada por nosotros.
Colgamos el teléfono desconcertados por la reacción y sorprendidos
porque en ningún momento había pedido nuestros nombres, ni mostrado
ningún interés por nosotros.
Qué hacer? Qué ocurría exactamente
en China? Para enterarnos decidimos llamar a España, a Francisco, mi
pareja en aquel momento. Nos cogió el teléfono una secretaria de la
empresa y aunque no pudimos hablar con Francisco, ella nos informó de
las noticias que llegaban a España: que los tanques habían entrado en la
Plaza de Tiananmen, que en Sanghai el ejército había salido a la calle y
se estaban provocando enfrentamientos, situación que, por otro lado,
podíamos comprobar mirando desde la ventana del hotel.
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Con Victor en los jardines de la Embajada francesa en Sanghai |
Llamamos
al Consulado de Francia en Sanghai. Ellos si que nos atendieron muy bien y al
explicarles nuestra situación nos informaron que había que dejar el país
y que, si no había problemas, nos recogerían al día siguiente a primera
hora de la mañana. Agradecimos la atención y su amabilidad y nos
quedamos a la espera. Nos sugirieron no salir del hotel y esperar hasta
la mañana siguiente. Como yo soy miedica por naturaleza, preferí
quedarme en el hotel mientras Gema y Víctor se iban a la calle.
Volvieron al rato y contaron el ambiente crispado y los grupos de gente
en las calles.
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Un periodico chino del 6/6/89 |
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Con Gema en la playa de Macao |
Por la mañana temprano un coche con pase
diplomático fue sorteando barricadas y evitando las calles conflictivas
hasta que nos dejó en el consulado de Francia en un enorme edificio
colonial con un precioso jardín. A las horas fuimos al aeropuerto donde
un avión de una compañía australiana nos llevó a Hong Kong, que en 1989
era colonia inglesa, previa promesa por escrito de que en un mes
pagaríamos el importe del billete.
En Hong Kong una periodista
francesa nos llevó a casa de sus amigos, también periodista, para que
nos ayudaran a conseguir un hotel barato. Al llegar se llevó un
“rapapolvo” por ir con desconocidos. En la casa se encontraba un
numeroso grupo de personas (periodistas) elaborando panfletos y
documentos de apoyo a la sublevación en China y llevar a unos
desconocidos era una imprudencia. Rápidamente recogieron todo, lo
llevaron a otra habitación, nos facilitaron una dirección en la que
quedarnos y nos invitaron a marcharnos.
Desde Hong Kong pudimos
llamar a España y aunque estábamos contrariados con el cambio de planes,
me impresionó la ciudad. Por primera vez en mi vida admire la belleza
de la arquitectura y disfrute observando los impresionantes rascacielos.
Los acontecimientos de la Plaza de Tiananmen afectaron a los ciudadanos
de Hong Kong y muchas personas llevaban brazaletes negros en señal de
duelo. Al día siguiente de nuestra llegada pudimos presenciar la
impresionante manifestación de repulsa de mas de dos millones de
personas.
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Nuestra llegada a Zaragoza |
Pasamos también unos días en Macao. Encontramos en la
playa unas chicas portuguesas que vivían en la isla y se ofrecieron a
enseñarnos el ambiente de la noche. Macao era ciudad de casinos, casas
de empeños y locales de prostitución. No pudimos entrar en un casino (no
llevábamos la ropa adecuada), así que nos llevaron a una “sala de
fiestas”. Nos dirigimos a una zona tipo polígono industrial y entramos
en uno de los locales. En la recepción había dos puertas, una que
conducía a la sala de fiestas, un local apenas iluminado, con mesas
alrededor del escenario ocupadas por señores mayores acompañados de
jovencitas con semblante triste. La única iluminación se dirigía al
centro de la sala, animado por un espectáculo erótico. La otra puerta
llevaba a un estrecho local con un cristal opaco en la pared y una
franja en el centro por el que se podía ver otra sala. Estaba ocupada
por un grupo de chicas jóvenes sentadas en unos escalones, vestidas con
burdos trajes de fiesta que parecían de disfraces y un número colgado a
la altura del pecho. La mayoría estaban tristes, muy tristes, algunas
lloraban y furtivamente se abrazaban una a otras. Los clientes, después
de elegir a una chica por su número, iban a la recepción donde un gran
panel señalaba en rojo o verde si el número elegido estaba libre o no.
Si estaba libre, el cliente pagaba por los servicios y la llevaba a la
sala de fiestas.
Nos quedamos impactados por esa realidad. Las
chicas portuguesas nos contaron que eran chicas birmanas recién llegadas
y que acababan de ser introducidas en la prostitución. Al parecer en
Macao había una baja población femenina y un elevado número de mujeres
acababa casándose con sus iniciales clientes. Con todo nos quedamos
tristes y al llegar a España intentamos denunciar esta situación.
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En la contraportada del periódico El Dia |
Nuestra
vuelta a España, el día 14 de junio, causó gran revuelo y el periódico
El Día nos dedicó una sección. En Zaragoza nos enteramos que nuestros
compañeros de trabajo habían estado preocupados y que a través de la
concejala Carmen Solano habían contactado con el ministro de Asuntos
Exteriores, Fernández Ordóñez, para que nos ayudaran a salir de China,
Eso ocurrió después de nuestra llamada a la embajada española en China,
que tan mal nos había tratado. Por suerte, todo se quedó en una anécdota
de la que se cumplen 24 años y que ahora, gracias a este blog, he
podido darme el lujo de recordar y de nuevo rememorar.
2 comentarios:
Bueno Pilar, este es todo un descubrimiento, vaya viaje y aventura.
Puede que algunos viajeros tengamos un poco de imán con los acontecimientos que suceden en los países que visitamos; pero eso es bueno y además poderlo contar.
Sigue informandonos.
Salud.
Son recuerdos de hace muchos años que me apetecia recordar. Para mi fue una experiencia viajar a China en un momento histórico tan especial.
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