jueves, 1 de agosto de 2013

Islandia. Camino del Este

Flores de Islandia
 Seguimos viajando por el sur, en dirección hacia el este, por la carretera 1 que da la vuelta completa a la isla.  En el camino nos encontramos, casi de sopetón, con el cráter Kerid, un cráter de libro, con paredes de tierra roja y mantos de hierba que rodea una laguna de agua verde. Si quieres ver el concierto que la cantante islandesa Halla Dröfn dió en este cráter de excepcional sonoridad, pincha en la foto. 



 
Cráter Kerid. Si pinchas podrás ver un excepcional concierto

Halla Dröfn. You never walk alone. Volcán Kerid.

Seguimos disfrutando de buen tiempo y el paisaje se ve espectacular, nos encanta. El sol hace brillar la hierba dándole un tono monocolor donde solamente destacan las casas de labranza pintadas de blanco con tejados rojos y las siluetas recortadas de las montañas nevadas. Es un paisaje hermoso que nos parece espectacular. Con los días comprobamos que se repite , pero nadie nos quita el placer y deleite que sentimos en estas primeras impresiones.
Nos dirigimos a Bakki para coger el barco a la isla de Heimaey (la isla del hogar), la única habitada del archipiélago de Vestmannaeyjar, dónde según la guía anidan cada verano miles de frailecillos. Un rápido trayecto en ferry de unos 30 minutos nos deja en el encajonado puerto. Desde el mar las montañas crean una ficticia puerta de entrada que lleva al puerto. Al fondo se distingue el volcán Eldfell que en el año 1973 estuvo a punto de destruir el pueblo y parte del puerto. Ahora parece un monte inofensivo pero todavía se puede distinguir el trayecto de la erupción que, gracias a la intervención de los habitantes lograron salvar el pueblo y el puerto al verter sobre la lava agua fría del mar.
Vamos en busca de los famosos frailecillos que todos los años anidan durante el verano en Islandia. Son tantos que en un cartel leemos “Con razón son tan chulos los frailecilllos si los islandeses son 300.000 y ellos varios millones”, ironía islandesa.

Indicaciones en el puerto de Heimaey
Vamos por el lado este de la costa. Pasamos por un campo de golf a la orilla del mar, con grandes colonias de gaviotas en los acantilados, pero frailecillos ni uno. Seguimos por el sendero que bordea la costa. Es muy bonito el paisaje que forman el mar, las montañas y las rocas de los acantilados, nos vamos parando y solo vemos, gaviotas, gaviotas y mas gaviotas. El aire es fresco, casi frío y después de andar un rato decidimos salir a la carretera, hacer autoestop y volver al puerto. Al minuto nos cogen unos señores que nos dejan cinco minutos después en el puerto. Nos dicen que desde hace varios  años no vienen los frailecillos a anidar a la isla de  Heimaey, aunque no saben la razón.
Tenemos tiempo para pasear por el puerto y ver los grandes edificios de la industria pesquera  y oler el potente aroma del bacalao salado.
Después de la erupción del volcán el puerto se mejoró y recuperó de tal manera su actividad que actualmente es el centro pesquero más importante de Islandia y representa un tercio de las capturas de pescado de todo el país.
Al lado del puerto hay varios edificios de construcción antigua (o imitación) la casa de la comadrona, especialmente importante ya que a raíz de enviar a una mujer del pueblo a formarse de comadrona se logro atajar la tremenda  mortalidad infantil, la iglesia de madera vikinga que fue un regalo de Noruega, los depósitos de agua...

Seljandsfoss desde dentro

Volvemos con el barco de las 17h30 y vamos a ver la cascada de Seljandsfoss,  al lado de la carretera. Es muy bonita y al verla de frente realmente impresiona, ruge con fuerza y cae limpiamente desde una altura de unos cuantos metros, además se puede decir que es la cascada que puedes sentir mas cercana,  te moja y te permite verla y rodearla completamente, desde el interior se puede sentir la felicidad que produce la naturaleza en estado puro.
Un poco mas adelante, cerca del camping la cascada de Gljufrabuifoss se oculta detrás de las paredes de una estrecha cueva. Es también muy bonita y original.

Sobrevolando cascadas

Mirando la cascada de Skogafoss
 Seguimos viaje hasta el hotel Edda de Skogar, al lado de la cascada de Skogafoss. Dejamos las cosas en el hotel, cenamos y como en verano no oscurece a las 11 de la noche vamos a ver Skogafoss. Subimos por las escaleras hasta el mirador. Desde allí se ve la cascada y el rio que baja de las montañas cubiertas de nieve. Apetece andar por la orilla del rio, sobre un blandito manto de hierba, con la vista de las montañas a lo lejos. Vemos un grupo de montañeros que vienen cargados de mochilas de hacer un recorrido por el interior de estas montañas, Me da cierta envidia y en ese momento pienso y comento con Luis que decidido, volveremos a Islandia a hacer el recorrido de varios días por Lanmanalaugar.

Los trolls de Vik

 Poco antes de llegar a Vik cogemos un camino que lleva a la playa de arena negra con las formaciones de rocas volcánicas que la imaginación de los islandeses convierte en troll solidificados con la luz del sol, porque en Islandia hay troll y elfos  presentes en muchos lugares. Me gustan mucho los cuentecicos de los lugares, curiosas historias que dan una idea de la imaginación islandesa.

Manto vegetal

Después de comprar comida y repostar en Vik seguimos viaje.
Apenas hay tráfico en la carretera que durante kilómetros dibuja una recta hasta el infinito. El paisaje de nuevo ha cambiado, ahora tiene un aspecto irreal, casi lunar, una amplia llanura de un manto grisáceo de musgo cubre las rocas volcánicas. Me paro y apenas puedo caminar por él. Las rocas se mueven peligrosamente bajo el blandísimo musgo.
Paramos a comer en un merendero, bajo una cascada y abrimos el primer envasado de jamón que traemos de España, que con unos tomates cherri cultivados en Islandia y un buenísimo pan de molde con cereales, nos saben a gloria.
Seguimos viaje y...
Flash! Se apareció!. De repente nos encontramos con Jökulsarlon. Impresionante!. Una amplia laguna con bloques de hielo que se desprenden de una de las lenguas del enorme glaciar de Vatnajokull (el mas grande de Europa).
 Los enormes bloques de hielo de tonos azulados se mueven lentamente chocando unos con otros y  provocando crujidos que retumban en la laguna, una laguna que crece con los deshielos del verano.
Se puede pasear por la orilla o subir a uno de los montículos para ver la perspectiva e intentar  adivinar la lengua del glaciar de la que apenas se ve una pequeña parte. Focas,  frailecillos, gaviotas y otros pájaros que no conocemos se “pasean” entre los hielos. Incluso es posible alquilar barcas para hace un recorrido por la laguna (nosotros no lo hicimos).


Laguna de Jökulsarlon
Impactados por la laguna vamos hacia el albergue de Vagnsstadir donde pasaremos dos noches. Nos cuesta un buen rato encontrarlo. Va a ser la primera noche en un albergue y por fin podré usar el carné honorífico de alberguista que me dieron por participar en el concurso Big blog Exchange. El albergue no está mal, pero si algo merece la pena es el precioso comedor acristalado con vistas a los campos en los que pastan las ovejas y a las montañas nevadas.


Laguna de Jökulsarlon
Laguna de Jökulsarlon


Otros artículos sobre Islandia:

No hay comentarios: