miércoles, 15 de febrero de 2012

Kirguistán, las montañas de Arslanbob (3)

Compañeros de marchrutka
Con la familia de la casa nº 12
  A las ocho de la mañana ya estamos en el mercado de Osh de Bishkek para coger una  marchrutka a Jalalabad, aunque parece que la gente no madruga y hasta las 9,30 no se llena la furgoneta.. El viaje dura 8 horas y pasamos por varios puertos de montaña con alturas superiores a 3000 m. En los lados de la carretera se ven las yurtas y caravanas  (versión moderna de las yurtas) que los pastores usan en verano, cuando llevan el ganado a las montañas, ahora los campos están nevados y la mayoría se ven cerradas. En la furgoneta un alto gorro de fieltro blanco me tapa el paisaje, el señor se dirige a nosotros, que no entendemos nada, y provoca la risa de todos, nosotros sonreímos como se sonríe en estas ocasiones, con la mueca congelada, en una expresión de sentirte extraño en medio de las bromas del señor del gorro blanco que no para de hablar en todo el viaje y aunque no le entendemos resulta entrañable y nos despide con un fuerte abrazo y una foto para el recuerdo.
Abuelitos al sol
Nos paramos antes de llegar a Jalalabad, en el cruce de Bazar Korgon y cogemos un taxi para ir a las montañas de  Arslanbob, un pueblo a 1.600 m de altitud, de población en su mayoría uzbeka. 
En Arslanbob hay una sucursal de la organización de turismo sostenible CBT, que funciona en todo el país y coordina el turismo de la zona. En la sencilla oficina nos enseñan fotos de las casas rurales, que cuelgan en las paredes, agrupadas por colores y categorías. Elegimos la nº 12, una casa muy agradable con una terraza con vistas al valle.
Contratamos también con la CBT una excursión, con comida incluida, por los alrededores, las cascadas y el bosque de nogales. El recorrido es sencillo, muy cerca del pueblo se encuentra la cascada pequeña, lugar sagrado para los musulmanes de Asia Central, en los árboles del camino de acceso los fieles cuelgan tiras de tela en señal de respeto y devoción. Al final del pueblo, en un cara-sol protegido del viento, los abuelos pasan la mañana, en una escena parecida a la que puedo contemplar en mi pueblo.
Ascendemos  por una pedregosa senda hasta llegar a un mirador desde el que se ve todo el valle con casitas dispersas, entre los colores ocres del otoño y las montañas de Babach-Ata. El guía nos cuenta que apenas hay trabajo en el valle y que un tercio de los 15 000 habitantes son emigrantes en Rusia.
Saludos
Subimos y nos vamos cruzando con gente que se dirige andando o con los burros hasta el bosque de nogales, ya ha pasado la época de la recolección y ahora se pueden recoger libremente las nueces que han quedado en el bosque. Vemos gente buscando nueces entre las hojas secas o subidos en los enormes nogales vareando con un palo para hacerlas caer. Nunca imaginé que pasearía por el más antiguo y extenso bosque de nogales del mundo.
Trabajando en el campo
Nos cuentan que toda la producción de nueces se compra en el campo a 40 som (+/-0.60 €) y luego los intermediarios los venden a los turcos y azerbayanos por 90 som (+/- 1,50 €) y tal vez sean las nueces que llegan a España. Nos hacemos una idea de la importancia de esta comarca agrícola leyendo los datos que figuran en una guía: 1500 toneladas de nueces al año salen de aquí, además de 5000 toneladas de manzanas, pistachos y otros frutos.
Bosque de nogales
Almorzamos al sol, a la orilla del río, y subimos una empinada cuesta hasta la cascada grande, encajada entre grandes paredes lisas de 80 metros, tan profunda que casi da miedo mirar, pero desde arriba, dejando la cascada a la espalda, se divisa una amplia y preciosa vista del valle.
En la plaza del pueblo

Té a la orilla del río
Nos hace un tiempo buenísimo, con días cálidos y soleados y podemos disfrutar del recorrido en el que nos vamos encontrando gente que trabaja en el campo, mujeres con azadones de palo largo cavando la tierra, pastores con rebaños de vacas u ovejas, hombres o mujeres con burros que acarrean leña ... En el pueblo la gente se concentra en la plaza y nosotros nos sentamos en una terraza sobre el río a tomar un té y hablamos con los abuelos, uno de ellos nos enseña orgulloso a su nieto y con un grupo de mujeres que viene de la ciudad y que al sonreir muestran los dientes de oro, de quita y pon, que lucen los días de fiesta y los niños que nos miran tímidos.
Abuelo orgulloso



Dejamos Arslanbob con la idea de volver y nos dirigimos a Osh

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