domingo, 30 de septiembre de 2012

Anécdotas viajeras

                    Atlas            Foto: www.viaches.com/fotos-usuario/adriana

Todos tenemos anécdotas divertidas (o no) que nos han ocurrido en los viajes y permanecen en la memoria para siempre. Con el paso de los años se vuelven entrañables y a veces volamos con la imaginación y volvemos a rememorarlas.
Hace unos días unos amigos me contaban su viaje de este verano por Marruecos y me vino a la memoria una anécdota que nos ocurrió hace bastantes años en ese país, en Marruecos. Viajamos en el mes de mayo y alquilamos un coche en Marrakech para recorrer el país mas fácilmente. El coche iba bien pero el clima del país nos jugó una mala pasada: mientras circulábamos por la región del Tafilalet nos sorprendió una tormenta de arena y pasamos grandes apuros para llegar a Rissani. Al día siguiente amaneció despejado, pero a mí no se me había pasado el susto y decidimos poner tierra de por medio y dirigirnos a la zona del Atlas Medio, cuyos famoso bosques de cedros debían ser un refugio fresco y agradable. Y casi fue peor el remedio que la enfermedad; circulando de Midelt a Azrou, justo en medio de dos altísimos puertos de montaña en el Atlas, el pequeño Fiat empezó a ahogarse y se paró. Era al atardecer y al poco de iniciar la subida el cielo se había cubierto de color grisáceo y suavemente empezaba a nevar. No pasaba ningún coche y el pueblo mas cercano lo habíamos dejado a unos 3 kms. No quedaba mas remedio que ir hasta el pueblo a buscar ayuda, así que Luis se fue y yo me quede en el coche esperando. Al poco rato se hizo de noche y yo estaba sola, en medio de la montaña, rodeada de oscuridad y de un manto de nieve cada vez más espeso, mientras Luis caminaba bajo la nieve a la busqueda de ayuda. El tiempo pasaba muy lento y la hora que tardó en volver se me hizo interminable.
                                                  Foto: www.dondeviajar.net
Luis vino al fin con un mecánico que examinó el coche y dijo que se tenia que cambiar algo (para empezar, la batería). Era ya noche cerrada y nadie tenía prisa por hacer la reparación; además no nos hubiera servido para salir esa misma noche ya que sin duda los puertos de montaña estarían seguramente cerrados por la nieve. El viejo Peugeot en el que había llegado nuestro mecánico sirvió para remolcarnos, por el sencillo sistema de atar una cuerda entre los dos coches; así hicimos un recorrido muy divertido, con continuas paradas y arrancadas para evitar que el nuestro chocase con el suyo. Teníamos que pasar la noche en el pueblo, que si no recuerdo mal se llamaba Timahdite; era un pueblo pequeño en el que no había hotel ni ningún lugar en el que alojarse, así que el mecánico, que vivía solo (al parecer estaba divorciado), nos ofreció su casa. Era una casa sencilla y bastante desordenada, solamente contaba con dos habitaciones y una pequeña letrina en un estrecho patio; la cocina era portátil, de manera que podía usarse en cualquier rincón y en realidad la vida se hacía en el cuarto grande, que contaba con una estufa. El otro cuarto estaba ocupado por trastos (botellas de vino vacías) y aparte de esto el mobiliario se componía de un par de cajas de madera y un gran montón de pesadas mantas. Al poco de llegar Hassan, el mecánico, llamó a una pareja de vecinos y eso hizo que nos sintiéramos más a gusto; prepararon té y comida y estuvimos charlando mucho rato con ellos en francés. Cuando se retiraron, Hassan nos dijo que podíamos dormir en la habitación grande y él se hizo un hueco en la pequeña.
Por la mañana el pueblo amaneció cubierto de nieve. Estaba precioso pero la tremenda nevada caída en la noche obligó a los gendarmes a cerrar todos los caminos , por lo que fue imposible salir de allí ese día y el siguiente. Que hacer?, no quedaba mas remedio que quedarse y de nuevo el mecánico nos ofreció su hospitalidad.
En vista de que no podíamos dejar el pueblo, Luis le dijo a Hassan que nosotros pagaríamos el alojamiento y por supuesto nos haríamos cargo de los gastos de comida, así que ellos dos se fueron a comprar comida y a ocuparse de nuestro coche. Con la excusa de que las calles estaban muy resbaladizas por la nieve helada, Hassan no me dejó ir con ellos. Al salir, para “evitar problemas” cerraron la puerta con llave, dejándome encerrada en el interior. Tardaron un rato en volver ya que aprovecharon para tomar un té en el cafetín y charlar con los hombres del pueblo.
Y así transcurrieron los días que pasamos en el pueblo. El segundo día protesté y les dije que yo también quería ir a comprar pero Hassan insistía en lo peligrosas que estaban las calles y de nuevo me dejaba encerrada en casa mientras ellos pasaban el rato en el café o haciendo compras.
En el pueblo causó sensación unos turistas atrapados por la nieve y aunque a Luis lo podían ver por el pueblo a mi nadie me veía, así que los niños, cuando Hassan y Luis se iban de casa, tiraban piedras a la ventana para que saliese al  patio y así verme. Venían niños y no tan niños y me hablaban en francés y en árabe y se reían. Me sentía como una atracción de feria.
Pasaron los días y la nieve se fue derritiendo y el último día insistí en que quería ver el pueblo, pero Hassan preocupado por mi salud y la posible caída por las peligrosas calles del pueblo, vino a recogerme con el coche a la puerta de la casa y por un camino lateral nos llevo a Luis y a mí a ver las preciosas montañas que rodeaban el pueblo y de nuevo me encerró en casa.


Cuando dejamos el pueblo Hasan nos acompaño con su coche varios kms hasta que comprobó que nuestro coche funcionaba bien. Deje por tanto Timahdite sin haber visto nada de él 
Cuando volvimos a Zaragoza envíé las fotos a Hassan y él me respondió con una carta en la que me invitaba a volver al pueblo, que sus antepasados estarían muy contentos de recibirme.
Algún día me gustaría volver, visitar por fin el pueblo y pasear por los preciosos alrededores.

3 comentarios:

Libreta Viajera dijo...

Hola Luis y Pilar, os he dado uno de mis premios Liebster por este blog tan interesante que haceis.
Espero que os guste.
Un saludo,

Pilar Brun dijo...

Muchas gracias, Cool. Intentaremos responder a las preguntas con una entrada en este blog, pero no sé si podremos dar seguimiento a la cadena, es un poco complicado para nosotros xD

Libreta Viajera dijo...

Pilar, me ha encantado esta entrada. Me ha atrapado de principio a fin, fue de esas aventuras que las disfrutas con el paso del tiempo.
Un besico,