domingo, 2 de septiembre de 2012

Retorno al Delta del Ebro

Mapa del Delta del Ebro
El Ebro, río que guarda silencio al pasar por el Pilar y que en verano apenas lleva agua, desemboca caudaloso y potente en el Mediterráneo, en una península que se adentra 30 km en el mar empujada por el propio río gracias a sus aluviones.
Faro Punta del Fangar. Foto:vtebfaros.blogspot.com
El Delta del Ebro es un espacio natural a la altura del mar, llano, sin apenas árboles, con caminos bordeados de acequias o canales que llevan el agua a los encharcados campos de arroz, cuyos verdes reflejos destacan en un paisaje de lagunas, charcas, juncos, acequias cañas...en los que anidan las aves y viven peces de agua dulce o salada dependiendo de la cercanía del mar.
Hace unos años este espacio fue declarado Parque Natural, lo que ha favorecido la protección y conservación de su naturaleza.
Visitamos el Delta en primavera, época en que los agricultores preparan las tierras para sembrar el arroz, y hemos vuelto este fin de semana de finales de agosto, cuando amarillean los arrozales preparados para ser cosechados.
Disfrutar del Delta implica perderse por los caminos, acercarse a las lagunas y ver a escasa distancia numerosos pájaros que residen aquí permanentemente o bien descansan de sus migraciones, como los flamencos, que dan un color rosáceo a las aguas encharcadas. Para poder observar a estas aves sin molestarlas, el Parque ha construído casetas y plataformas elevadas a modo de miradores, colocados estratégicamente en torno a las lagunas del Garxal, Encanyissada, Tancada, etc. Aunque pequeña, la elevación de estos miradores permite vislumbrar un horizonte llano que se pierde en el mar.
Hay varios lugares interesantes en el Delta, una de las atracciones es coger el barco turístico hasta la desembocadura del río Ebro, justo donde se funde con el mar. El viaje dura alrededor de una hora y se acerca hasta la isla de Buda, la isla de San Antonio y el Garxal.
                        Trabucador                 Foto: web hotel Rull

 Otro atractivo son los faros, situados en los lugares más visibles desde el mar y que coinciden con fotogénicos arenales que deslumbran bajo el sol de agosto. Porque hay mucha arena en el Delta y eso hace que playas como las de Riumar, el Fangar, etc. inviten al baño en un ambiente mucho más relajado y sugerente que el de los centros vacacionales típicos.
               Flamencos en el Delta     Foto: http://www.terresdelebre.org

Uno de los extremos del Delta termina en la ancha península conocida como la Banya (el Cuerno), que alberga salinas y lagunas, pero con coche solamente se puede llegar hasta el mirador, el resto es área protegida cerrada al público. Se puede caminar y circular en coche por el Trabucador, una barra arenosa de alrededor de 6 km de largo por unos 100 metros de ancho. Es por tanto un pasillo seco, sin árboles, con un camino central de tierra dorada que se convierte en arena blanca al llegar al mar y a ambos lados de esta estrecha línea, enmarcando el paisaje, el color azul intenso del Mediterráneo, con dos lados: el interior que perfila la silueta de San Carlos de la Rápita al fondo y el exterior, en el que la vista se pierde en el horizonte.
               Anguila del Delta             Foto:Gastrodelta.es
Ah, y no nos olvidemos de la gastronomía deltaica, que bien merece un capítulo aparte. Este ecosistema aparentemente minúsculo produce una variedad sorprendente de buenos productos: pescados, mariscos, aves de caza y, naturalmente, el excelente arroz local. En los muchos restaurantes dispersos por las encrucijadas de caminos o en los pueblos (Deltebre, el Poblenou, Sant Jaume d'Enveja) conviene informarse de qué productos están en su momento óptimo y elegir en consecuencia; así disfrutaremos mariscos producidos en la zona (mejillones, navajas, etc.) especialidades de pescado tan típicas como el suquet o el all i pebre y, por encima de todo, los afamados arroces caldosos, secos, negros, a banda , paellas o de cualquier otra forma según la inspiración del chef.

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