miércoles, 20 de febrero de 2013

La Borda de Pastores en la Pardina de Ayés

Borda de Pastores. Ayés

Este fin de semana hemos estado en la Pardina de Ayés, una finca cerca de Sabiñánigo (Huesca), visitando la Borda Pastores, un proyecto del Grupo Cooperativo Pastores que pretende difundir la cultura del pastoreo en Aragón y para ello trabaja en la creación de un Parque de Interpretación del Ovino.
La Borda se encuentra en una finca de 265 hectáreas de las cuales unas 65 son de cultivo y el resto monte. A pesar de estar a unos 5 km de Sabiñánigo  da la impresión de que la Borda de Pastores se ubica en un espacio idílico, alejada de la “civilización”, a las faldas de la Peña Oroel, rodeada de montañas que estos días estaban nevadas.
La finca es grande y cuenta con varios edificios rehabilitados: la casa se ha convertido en un albergue y en apartamentos de alquiler; una de las bordas va a alojar el museo y centro de interpretación del pastoreo; el edificio del horno se ha restaurado para cocina y la borda de al lado, en sala de reuniones y lugar de encuentro para grupos. Se ha restaurado también la pequeña y preciosa iglesia, seguramente construida sobre la base de una iglesia románica, explicada por Antonio García Omedes en su web del románico aragonés. 



Bajo el quejigo centenario. Ayés
Pero en una borda de pastores las protagonistas son las ovejas y los perros, un pequeño rebaño de unas 300 ovejas y corderos, que los niños pueden ver y tocar y dos enorme y peludos mastines del Pirineo y un ágil y rápido perro pastor que siempre tiene que estar presentes en cualquier rebaño. Son los primeros actores de este proyecto, que se inició hace unos dos años con la restauración de los edificios y que ahora arranca con un proyecto amplio y ambicioso que pretende llegar a ser el referente de la cultura del pastoreo en Aragón. 
Me encantó conocer la Borda, pasamos el día muy agradable, disfrutamos del sol de invierno, paseamos por los campos y cómo no, comimos unas exquisitas costillas de ternasco de Aragón a la brasa que nos deleitaron el paladar y nos sumergieron en un profundo y agradable placer por la vida.
Iglesia de Santa Águeda. Ayes

2 comentarios:

Vieja Mochila dijo...

Envidia, mucha envidia siento, no solo por el lugar en sí, sino también, por ese ternasco de Aragón que degustaistéis y que por obra y milagros de la santa Águeda, en absoluto se os nota.

Pilar Brun dijo...

Es lo que tiene el ternasco que se saborea pero te mantiene divinas de la muerte y si lo comes a la brasa, en el campo y con las montañas nevadas al fondo, eso ya es sublime.