Mi primer viaje, un lugar lejano, un momento histórico especial, la realidad que nos cambio los planes, la necesidad de improvisar ...no se que fue, pero ese viaje a China lo tengo grabado en la memoria. En ese viaje descubrí que viajar no era complicado, que solamente se necesitan tres cosas: pasaporte, billete y dinero, lo demás es accesorio.
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Firmando autógrafos |
Me impresionó el tamaño de la plaza de Tiananmen, la más grande del mundo, con la enorme fotografia de Mao presidiendo la entrada a la Ciudad Prohibida, que nosotros no pudimos visitar porque esos días se encontraba cerrada para evitar “problemas”.
Me resultaron curiosos los baños públicos en los laterales de la plaza, cerca del Gran Palacio del Pueblo, sede de la Asamblea Popular Nacional. Estaban detrás de una pared no muy alta con los ideogramas chinos de hombre: 大 y mujer: 女 (los primeros que aprendí), pintados en el estrecho hueco que daba acceso a un espacio rectangular abierto, sin intimidad, con una pequeña “canaleta” en el suelo por la que corría el agua y se llevaba los desechos.
Los estudiantes se encontraban concentrados, desde el día 15 de abril de 1989, en el centro de la plaza, en torno al monumento de los Héroes, en una zona acordonada. Entramos y nos paseamos por la plaza, entre tiendas de campaña. Pronto nos vimos rodeados, venían a pedirnos autógrafos con libretas pero también con gorras, camisetas, carteras, firmamos en todo tipo de formatos. Percibimos la sensación de libertad que allí se vivía. los jóvenes estaban alegres, chicos y chicas juntos, un desafío revolucionario en una cultura donde las relaciones eran tabú, incluso alguien nos contó que se había celebrado una boda en la plaza. Nos parecía estar viviendo la primavera del mayo francés del 68, en ella los jóvenes habían creado su espacio de libertad y querían hacer oir su voz. Tal vez eran unos inconscientes soñadores, pero ningún gobierno tiene derecho a silenciar la voz con un golpe tan fuerte.
A uno de los estudiantes le pedí la cinta roja que llevaba en el pelo para regalársela a mi amigo Paco que al marchar me la encargó cómo recuerdo, a cambio yo le regale un exótico y sencillo mechero bic que me agradeció y provoco la envidia de sus compañeros. Como los acontecimientos finales fueron muy crueles, al volver a España esa cinta se quedo conmigo y es uno de los recuerdo de viaje más significativos y al que tengo más apego.
Juan Respreto periodista español de TVE que cubrió los acontecimientos relata lo ocurrido.
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Cinta de un estudiante de la Plaza de Tiananmen. Pekín |
Lu, una trabajadora china de la empresa de Domenec, nos informó que Domenec y su familia habían conseguido por fin billete de vuelta para la próxima semana. Siete días de espera eran muchos, así que nos aventuramos a salir de Pekin, viajar hacia el sur y volver desde Sanghai. La primera etapa hasta Nanjing, un viaje en tren de casi 20 horas en un cómodo coche cama.
Nos recibió una enorme plaza animada con carteles en chino (y solo en chino) que observamos un poco atónitos. Primera sensación de desconcierto. De puerta en puerta logramos encontrar la Oficina de Turismo, un cuarto sencillo sin folleto alguno, y donde un empleado, sentado en un pequeño taburete, comía aprovechando su hora de descanso y que nos despacho con gestos poco amables. Alguien nos indicó un hotel alejado del centro, dirigido a turistas y adaptado a los gustos occidentales. El hotel era nuevo y bastante caro. Intentamos regatear el precio pero al final no nos quedó más remedio que aceptar el precio inicial y así poder por fin descansar. Nos sorprendió encontrar en la habitación un termo con agua caliente y té, algo imprescindible en cualquier hotel chino.
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Con Lu y Gema en el Palacio de Verano. Pekín |
Superado este primer “descoloque” inicial, ya no encontramos mayores dificultades y nos servimos de todo tipo de artes para hacernos entender. Visitamos templos, paseamos por mercados, por parques, subimos a la montaña y probamos las nuevas comidas. Aprendimos a comer con palillos, después de superar el desconcierto de nuestra primera comida cuando no logramos atrapar con los palillos una comida que olía bien. Nos acostumbramos a pagar antes de comer y a seleccionar la comida señalando la que estaban comiendo otros clientes. Un día, buscando un lugar para comer, preguntamos haciendo el gesto de llevar los dedos unidos hasta la boca, un gesto que en España todo el mundo conoce. La gente se reía, pero no lográbamos hacernos entender hasta que un señor poniendo una mano en la barbilla a modo de cuenco y con los dedos corazón e índice de la otra, a modo de palillos, nos interpreto el gesto y entendido que buscábamos un restaurante. Aprender este gesto nos fue de gran ayuda y pronto lo incorporamos a nuestro lenguaje viajero.
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Un cuento chino |
Que bonitos me parecieron los parques chinos, limpios, con paseos alrededor de pequeños embalses de agua llenos de nenúfares y con bonsáis en los pilares que unen las barandillas. Los accesos a las diferentes partes del parque a través de puertas formadas por piedras, enormes y preciosas piedras que allí tienen un valor especial. Y yo, que soy una apasionada de las piedras, descubrí y sentí una inmensa alegría al comprobar que a toda una cultura le gustan las piedras sin mas, solamente por su belleza. Y en rincones seleccionados, tranquilas teterías con vistas a los jardines donde familias completas pasan las horas. Se accedía pagando un precio simbólico, que en nuestro caso no era tan simbólico, pues teníamos que pagar con moneda especial para turistas. En aquellos años el turista no podía pagar en renminbi o yuan, aunque nosotros nos ingeniamos para saltarnos la norma.
Continuara... en
Mi primer viaje. China en 1989 (2/2)
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Billete chino para extranjeros |
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Billete chino |
5 comentarios:
Gracias Pilar por este regalo. No recuerdo tantas cosas como tú. Besos,
Que pasada de viaje.
Efectivamente Berbe, un viaje muy especial.
Pilar, borre accidentalmente tu comentario. Lo siento. Gracias por tu aportación. Un abrazo
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