miércoles, 22 de enero de 2014

Polonia. Minas de Sal de Wieliczka

Minas de Wiieliczka

Cuando viajamos a Polonia por primera vez en la primavera de 2008,  no podía imaginar que me quedaría tan colgada de las preciosas minas de sal de Wieliczka, que tiene el honor de ser las primeras del mundo declaradas Patrimonio de la Humanidad (1978). Es un lugar alucinante que no hay que perderse y que a mi me encantó.
Se encuentran a unos 15 km de Cracovia y cuentan con un elevado número de visitantes tanto nacionales como extranjeros. Desde Cracovia es fácil llegar a ellas cogiendo el autobús 304 que deja muy cerca de la puerta de entrada.

Relieve de sal
Lámpara de sal

Las minas de Sal de Wieliczka han sido explotadas  desde el s XIII  hasta la actualidad, lo que hace la friolera de ochocientos años. Es una verdadera ciudad subterránea con mas de 300 m. de profundidad, en 9 niveles y una extensión que supera los 300 km. Se visita una pequeña parte pero da una idea de su importante pasado.
Lámpara de sal
Tienen que visitarse obligatoriamente en grupo. Cuando nosotros fuimos a visitarlas era temporada baja y el polaco e ingles eran las únicas opciones posibles. Por alguna extraña razón, creo que influyó que era mas barato en polaco y la manía de Luis por el inglés, elegimos el grupo polaco así que no entendimos gran cosa de las explicaciones de la guía, sin embargo poco importaba ya que era fácil adivinar la vida en la mina. Como inconveniente no nos enteramos cuando se dio la opción de salir o continuar visitando el museo  y nos desorientamos, nos fuimos por el lugar contrario y en un momento nos vimos sin referencias en medio de un silencio sepulcral, perdidos en un espacio semioscuro con galerías profundas que parecían laberintos interminables. No debimos de estar mucho rato, pero se me hizo interminables y  algo angustioso. Que difícil debió de ser la vida de los mineros por estos interminables pasillos cuando se alumbraban con teas. Optamos por quedarnos en un lugar y al rato oímos voces de otro grupo,  nos incorporamos y tras recibir una buena reprimenda, que por supuesto no entendimos, ya no me separe de ellos ni un momento pensando en salir de allí lo antes posible.
Escalera de la Santa Kinga

La capilla de Santa Kinga

Por suerte sólo fue un sustillo al final de la visita, poco antes de visitar el museo, que no empañó para nada el recuerdo de esta impactante mina.
Cristo de sal
Optamos por las escaleras que bajan y bajan y dejamos de lado la posibilidad de bajar con el montacargas rudimentario que usamos para la salida. Mientras bajamos podemos ver las indicaciones de los metros de profundidad y de vez en cuando, en algún descansillo se vislumbra, allá en lo profundo, el fondo de la mina apenas iluminado. Poco a poco la vida que transmite el lugar te va atrapando. La guía nos lleva por pasillos de salitre blanco, húmedos y brillantes y nos descubre los espacios de vida en el interior de la tierra. Salas como la Cámara de los Duendes, de Santa Cruz o la Cámara del rey Casimiro, el rey que regulo el comercio de la sal en Polonia, con preciosas esculturas de sal  y  de todas ellas la más impresionante, sin duda, la Capilla de Santa Kinga una amplia sala decorada toda ella en sal que te hace olvidar por momentos que estás en las entrañas de la tierra. Se baja por una señorial escalera  desde la que se contemplan muy cerca las lámparas (de sal) que recuerdan las magnificas arañas de los palacios renacentistas. Toda la sala es espectacular, desde el altar, con la imagen de la Virgen, a las paredes decoradas con representaciones de grandes obras como el retablo de la "Última cena" de Leonardo Da Vinci o los bustos o esculturas como la de Juan Pablo II a tamaño natural, la obra más reciente, por supuesto todas en sal. En esta sala trabajaron varios mineros durante más de una año a jornada completa y el resultado final es espectacular. Se usa también como sala de conciertos con una programación permanente y al parecer muy buena sonoridad.
Cámara del rey Casimiro
En el interior de la mina se encuentra de todo: capilla en la que se celebra habitualmente misa,  restaurante, cafetería, estanco,  tienda de recuerdos y hasta un sanatorio que aprovecha el microclima y las propiedades terapéuticas de este espacio.
Restaurante en el interior de la mina
 Tampoco hay que perderse, aunque mejor no perderse por estas grandiosas minas de las que apenas se visitan unos kilómetros, el museo situado en el interior sobre el proceso de extracción de la sal. Es muy interesante pasear por las salas siguiendo las explicaciones sobre los trabajos, herramientas, maquinarias, carromatos, visitas famosas...todo una historia con la sal como protagonista.

Dejamos el enlace al vídeo de la Unesco  y un interesante enlace sobre las minas


2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué interesante! Reconozco que no tenía referencias de esta mina de sal, pero la lectura del artículo y el hecho de que esté tan cerca de Cracovia hace que me plantee su visita. Tengo ganas de conocer Polonia, y si no es en este año de 2015 no pasa. ..

Un abrazo,
Ricardo Lafita.

Pilar Brun dijo...

Ricardo, la verdad es que es un lugar muy especial, si vas a Polonia no te lo pierdas. Un abrazo